martes, 3 de abril de 2012

#PrayForMemory

Dicen que aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla. La frase, atribuida en unos casos a Napoleon Bonaparte y en otros al filósofo Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, nunca deja de estar vigente, como tampoco lo deja de estar la muerte; la incultura parece ser intrínseca al hombre. Y no es que yo me considere nada culto, seamos francos. Pero me rechinan los ojos cada vez que encuentro casos de burros que se ponen sus propias orejeras.

Anoche, la red social de los 140 grilletes se vio salpicada por la gracia de unos cuantos, quienes hablaban de un supuesto golpe de Estado en Portugal con la etiqueta #PrayForPortugal. Incluso mostraron varias capturas de pantalla que supuestamente demostraban como el periódico El País en su versión digital había caído en la tela de araña. Los comentarios, primero fingiendo tono serio, pasaron a mofarse de las costumbres y cultura portuguesas; aunque no sería honesto dejar de reconocer que algunos de ellos tenían su gracia.

Ahora bien, me llamó especialmente la atención la frase de un estudiante de Periodismo, cuyo nombre no recuerdo por torpeza, que venía a decir algo así:


No entiendo a los que se enfadan por lo del golpe de Estado, cuando aquí no puede ocurrir algo así.

Desconozco si el firmante de tal fina predicción desciende de los Mayas o si se trata del mismísimo primo de Mariano Rajoy. No lo sé. Pero lo cierto se aventuró alegremente a predicar una verdad que por desgracia algún día no muy lejano se truncará.


La historia nos ha enseñado a respetarla y nosotros nos empeñamos en reírnos de ella. La castigamos a quedarse mirando a la pared mientras el resto de la clase disparamos a discreción (¿con el canuto?), lanzamos aviones (¿de papel?) o nos afanamos en copiar del vecino (literalmente).


Mi opinión sobre el asunto es que los ciudadanos de los países occidentales, generalmente, suelen pensar que aquello de las guerras, las revoluciones o los golpes de Estado forman parte de otra época. Y puede que en parte haya sido así durante las últimas décadas. Pero recuerdo que no hace tanto en Madrid murieron cerca de doscientas personas en unos atentados kamikazes, o que a no tantos kilómetros de España el año pasado comenzó la llamada Arab Spring, o que las tensiones entre EEUU e Irán pueden romper la cuerda de un momento a otro, generando posiblemente un conflicto nuclear de dimensiones incalculables.


Parece que las Guerras Mundiales tuvieron lugar en el mismo lugar ficticio en que lo hicieron las Cruzadas, la Reconquista o la Batalla de Salamina, esto es, en los libros de historia. Es como si las letras no trascendieran más allá de una realidad pasada y desconocida. Afanados en esto, los hay que la píldora de la pseudo-libertad lograda en las últimas décadas les ha sentado un poco mal, haciéndoles olvidar que antes de ingerirla hubo enfermedad y miedo.


Los ciclos pendulares de la historia... seguro que habéis oído hablar de ellos. Y, aún así, los habéis que creéis en que no volverá a pasar. Que España no volverá a levantar las armas. Que no recuperaremos la paz puesto que no la perderemos. Y que no olvidaremos nuevamente, puesto que jamás hubo necesidad de recordar.


Y huelga decir que soy el primero que espera errar en mis predicciones, que pueden resultar tan aventuradas como las citadas al comienzo. La diferencia es, que a mí, me avala la historia o, si lo preferís, la memoria.

2 comentarios:

  1. Yo también espero que te equivoques, pero coincido contigo en que no estamos (y nunca estaremos) a salvo del desastre de la guerra. Ya sea por motivos del pasado, de querer enfrentar a rojos y fachas; del presente, del Islam contra Occidente; o del futuro, ??? vs ???; los ciudadanos (en este caso, españoles) seguiremos tropezando en los mismos agujeros, empeñándonos en que nosotros tenemos la razón y que hemos de imponerla a toda costa, generando un odio que nos costará nuestras vidas y la de nuestros hijos. Y la culpa la encuentro en dos situaciones: primera, esta generación y la anterior no han vivido una guerra. No han vivido el miedo, el hambre, la pobreza,... No saben lo que no es poder salir a la calle por temor a que el vecino te pegue un tiro, lo que se siente al esconderse en los sótanos para protegerse de los bombarderos. Y no lo saben por la segunda razón, la incultura. Ya que hemos tenido la suerte de no vivir una guerra, debemos aprender de lo que ocurrió en el pasado, de todo el sufrimiento que se genera y cómo se llegó a esa situación para no volver a caer en ella. tal vez así aprendamos y comprendamos de una vez que la guerra no es algo heróico en la que los buenos (oséase, nosotros) ganan a los malos (los otros, sean quiénes sean) para restauar la paz y la justicia. Y si alguien piensa que somo un poco alarmistas y catastrofistas, sugiero se informe de los actos de la kale borroca durante los últimos años o de lo que pasó en Barcelona en la últim huelga general (suceso que a mí me recordó muchísimo a la Semana Trágica de Barcelo de principios del siglo pasado). Da que pensar, sí.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo contigo. Hombre, no sé si lo de Barcelona la semana pasada fue tan grave. En las imágenes se vio la ciudad con varios focos de humo, se quemaron contenedores y creo que algún establecimiento. Y hubo enfrentamientos con la policía. Pero no murieron ochenta personas ni hubo la represión de aquel entonces. Creo que esa línea todavía no la hemos pasado.

      Pero las dos razones que apuntas son muy interesantes: generaciones que no saben qué es una guerra e incultura. Creo que está bien resumido.

      Lo que tengo claro es que mucho se tiene que tensar la cuerda para que se rompa. La droga con la que nos anestesian se llama sociedad del bienestar. Y renunciar a esto va a ser complicado, porque significa perder muchas comodidades. Pero tiempo al tiempo...

      Eliminar