sábado, 28 de abril de 2012

Infancia asesinada

Anoche mataron a un chaval de dieciséis años en Vallecas. Cuando he leído la noticia en El Mundo han trepado por los muros de mi mente varias ideas que, además, han clavado sin remedio sus puñales en mi blanda estructura encefálica. Bandas organizadas de criminales, peleas, asesinatos, tenencia ilícita de armas... no es nada nuevo. Pero, ¿¡con niños de doce años!? ¿¡En la capital de España!? Un contexto menos llamativo lo encontraríamos entre favelas de Río de Janeiro o, rizando el rizo, en guerras civiles de países como Sudán.

La víctima de dieciséis años en el Puente de Vallecas (Foto: EFE)
Os invito a que voléis tantos años como os sea necesario hasta vuestra infancia y recordéis lo que hacíais con doce años. En mi caso, iba a la escuela donde me lo pasaba genial entre libros y pillaos en el recreo; también aprendía lo que era el compañerismo en los vestuarios con mis compañeros de equipo; jugaba con mis amigos en la calle a los zompos o a los tazos o al fútbol; y además compartía mucho tiempo los fines de semana con mi familia. Era un niño entre tantos, ¿vosotros no?

"Yo soy yo y mis circunstancias", que decía Descartes. Lo malo es cuando las circunstancias no sólo no evitan, sino que favorecen este tipo de comportamientos. A tres de los asesinos del joven de Vallecas la Ley les concede el privilegio de no ser imputados, al tener doce y trece años. Son niños, estamos de acuerdo. Pero también coincidirás conmigo en que han pegado un tiro (o han sido cómplices de ello) a otro menor y que la solución a esto es simplemente "pasar a disposición de sus padres". Me inquieta pensar que nuestra Ley crea que aquellos padres que han permitido a su hijo ser captado por estas bandas, vayan ahora a ser capaces de encarrilarlo.

Lo primero que yo haría, de forma preventiva, sería retirarle la custodia a los padres. Tienen que existir mecanismos para instruir a niños conflictivos presas de organizaciones criminales, víctimas posiblemente de la inseguridad en sí mismos, del miedo a una sociedad devoradora de personas y de la mentira de jóvenes criminales ya consumados.

Por cierto, volviendo al papel de los progenitores, ¿cómo es posible que descuiden de esa manera la educación de su hijo? ¿Cómo puede ser que no hayan hecho nada por remediarlo? ¿Qué clase de amor es ese? 

Si por azares del destino algún día me leéis, queridos secuestradores de vidas, sabed que no sólo es vuestro fracaso personal. Es que, además, por vuestra culpa está muerta la infancia de vuestros hijos y en coma su porvenir.

2 comentarios:

  1. Lamentablemente estas noticias no son novedad... la novedad es que hayan dejado de ser noticia. Casos como el asesinato de Marta del Castillo (cuyo juicio aún está reciente) o el expediente delictivo de "el Rafita" han mostrado que en este país tenemos un Ley del Menor que protege el delincuente juvenil aún en los casos más siniestros y crueles de asesinatos y violaciones.

    Ser menor no significa ser un niño. En la adolescencia, en pleno hervor hormonal, los jóvenes se mueven y actúan más por instintos y caprichos que por pensamientos racionales. Pasan de ser niños mimados, habituados a que sus padres se desvivan por ellos con más o menos medios económicos, a un mundo habitado por seres como ellos y en que tendrán que luchar por la fuerza para mantener su status, llegando a casos tan extremos como estos.

    Y en cuanto a los padres... qué decir de ellos. Leyendo la noticia, vemos que muchos de los detenidos son de origen extranjero, mayoritariamente de Latino-América y alguno de Europa del Este. Podríamos pensar que son padres que han emigrado en busca de un futuro mejor para sus hijos, que se han visto obligados a trabajar durante día y noche para poder poner un plato encima de la mesa, y que tanto esfuerzo les impidió poder educar y prestar atención a sus hijos. O también podrían ser delincuentes, drogadictos, sin un ápice de amor por sus hijos, es posible que se hayan desentendido de ellos hasta llegar a esto. O mil posibilidades más, demasiadas como para hablar de ellas sin conocerlas. E igual que he mencionado con los hijos de extranjeros ocurre con los españoles.

    Podríamos hablar de causas, culpables, soluciones, castigos, leyes, prevenciones, familias,... pero es un tema tan complejo, que hunde tanto sus raíces en nuestra sociedad que creo que necesitaríamos mucho tiempo libre para hablar de ello de forma adecuada. Espero que a mis hijos les espere un futuro mejor.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar