jueves, 17 de mayo de 2012

Con el paso de los softwares

Continúa la caída y estos ojos a los que incierto tiempo les queda de esferas siguen observando cosas maravillosas. Hoy están cubiertos por los párpados y me muestran recuerdos de un cercano pasado. Hace cuatro años comencé mi aventura bloguera gracias a mi profesor de Filosofía, Alberto Cuevas, quien habilitó un espacio de opinión y conocimiento para alumnos de Segundo de Bachiller y demás interesados llamado Filosofando en la Cueva. Pero, como no podía ser de otra forma y al más puro estilo de mayo del 68, llegaron los exámenes y después las vacaciones. Y ahí quedó la revolución. Por suerte dos buenos compañeros, The Kaisher y Benito Kamelas, se decidieron a comandar el blog, dotándolo de contenidos nuevos y, si cabe, más polémicos.


Recuerdo esta historia porque hace unos días Kaisher me confesaba lo orgulloso que se sentía de que hubiera renacido en nosotros este espíritu comunicativo, en mi caso, salpimentado con mucha hambre periodística y, en ocasiones, con la necesidad de vomitar lo que es difícil de digerir por una sociedad castigada quién sabe si por sus propios errores. Pero hoy sólo quiero reflexionar sobre el por qué de un comportamiento tal. Y, me viene, perdonad la expresión, a huevo una posible explicación que escuché por mediación de otro bloguero recién parido como lo es Antonio.

En una conferencia, el creador de una revista cultural gratuita llamada Orsai explicaba lo que le sucedió cuando abandonó todo en su Argentina natal sólo para vivir, por amor, en Barcelona. Hernán Casciari, que así es como se llama, explicó que al poco tiempo de estar fuera pasaron dos cosas horribles en Argentina: la crisis económica y que Racing salió campeón. Sobre lo segundo, le dolió que su equipo de toda la vida ganara la liga por primera vez y él no pudiera festejarlo con su padre. Por eso, como válvula de escape, creo un blog llamado Orsai, que en términos futbolísticos quiere decir fuera de juego.

Imagino, amigo Kaisher, que nos puede ocurrir algo parecido. No sólo tenemos la necesidad de sentir, sino la de compartir los sentimientos con los nuestros o con los de otros o con quien sea. Pero, en esencia, de sentirnos dentro de una comunidad, estableciendo indestructibles puentes entre seres de aquí y de allá, sobre todo aquellos, que la distancia hace que muchos vivan en un paréntesis, en pause. Es una manera de enseñar lo que nos está pasando, lo que estamos sintiendo en nuestra lejana aventura, es un escaparate que no muestra las prendas sino cómo lucen éstas en según qué circunstancias. Cómo cambia su forma, su color, quién sabe si su precio. Pero lo único que se mantiene firme cual soldado es el maniquí.

Las vías de comunicación avanzarán sopladas por los vientos nuevos de la tecnología. Pero las necesidades humanas serán las mismas. Yo no sé dónde estaremos con el paso de los softwares, pero, si hay algo de lo que estoy seguro, es que necesitaremos contarlo. Y también leerlo. Y, no lo dudes amigo Kaisher, siempre será un placer.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo contigo, todos los que hemos creado y criado un blog (con más o menos atención) era porque había algo que queríamos comunicar, algo que queríamos mandar más lejos de nuestro más cercano círculo. Queremos crear, opinar, debatir, discutir incluso. Queremos luchar por nuestra parcelita intelectual en un mundo embrutecido, dejar nuestro granito en una sociedad en la que no eres nada si no tienes a una masa de gente detrás. No necesitamos a 10.000 seguidores de los que presumir, nos basta con 5 lectores fieles y alguien que nos descubra nuestros errores para mejorar.

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